Universitat Rovira i Virgili

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Diccionario de historia de la enseñanza del francés en España (siglos XVI-XX)

VALORES CÍVICOS (EN LOS MANUALES DE FRANCÉS)

[véanse también /valores morales/ y /valores religiosos/]

El año 1845 marca un hito en la historia de la enseñanza del francés en España: el gobierno instaura institutos públicos en cada provincia y arrebata así en parte el monopolio que la Iglesia Católica ostentaba tradicionalente,  a través de sus escuelas privadas de carácter confesional. Desde 1857, con la ley Moyano, la educación es institucionalizada y adquiere una forma moderna. Se empiezan a imponer en las aulas manuales escolares para las diferentes asignaturas, incluidos los de francés. En el caso de los manuales de francés, se va a tener en cuenta, en la mayoría de los casos, que los adolescentes a los que van dirigidos  no solo deben iniciarse  en  el aprendizaje del francés, sino también que deben formarse para llegar a ser buenos ciudadanos, justos, honestos y útiles su país. No sólo se les debe instruir, sino que es preciso educarlos y, en el concepto de educación, entran las nociones de moral y civismo. Carlos Soler y Arqués, profesor de francés y autor de manuales, escribe: "Por encima de la instrucción, por encima de la cultura intelectual, es preciso poner de una vez la cultura moral, la educación pública" (Soler y Arqués, 1891: 82). Instrucción y educación no son términos sinónimos y Soler insiste en que sin la educación, la instrucción puede ser más peligrosa que útil. Sin ella se enseña a los hombres sus derechos sin inculcarles al propio tiempo sus deberes. Aunque tampoco faltarán a veces por por parte del poder un intento de aprovechamiento de determinadas situaciones para inculcar a los usuarios del manual ideas claramente partidistas. Estas tendencias se impondrán en determinados momentos, imfluidas por determinadas situaciones políticas y se hacen sobre todo patentes, entre 1936 y 1939, durante la Guerra civil, pero   sobre todo bajo la dictadura franquista. Se impone entonces un tipo de propaganda político-religiosa, un verdadero adoctrinamiento en que hasta la enseñanza de una lengua extranjera como es el caso del francés se pone al servicio del régimen totalitario. Ya en 1938, cuando aún el conflicto no había concluido, los nuevos planes de estudios publicados en la Gaceta oficial de septiembre de 1938 para el territorio en manos de los sublevados no dejan dudas sobre ello. Se preconiza el estudio de las lenguas clásicas "camino seguro para la vuelta a la valorización del Ser auténtico de España" (citado por Utande Igualada, 1964: 444). Al estudio de las humanidades clásicas, se añaden el de las humanidades españolas que nos dará la seguridad "de que el presente renacer de nuestro sentimiento nacional y patriótico, labrado a golpes de dolor y adversidad, no sea una exaltación pasajera, sino algo permanente y sustantivo en el espíritu de las generaciones venideras" (ibíd.: 445). El plan de estudios de 1953 insiste más aún en el programa de formación del espíritu nacional a la que se dedica una hora semanal de clase teórica. Esta clase consiste en infundir a los alumnos "el conocimiento de las características de la misión de España en la Historia; su servicio a los altos valores de la concepción católica de la vida; la significación que sus hombres y hechos representativos han tenido en la Historia universal; la acción de España en América y el valor de la comunidad de los pueblos hispánicos, y las instituciones y principios fundamentales del Movimiento Nacional, especialmente la unidad religiosa, la doctrina social y el servicio al bien común de la Patria"  (ibíd.: 470).

En cuanto a las formas en las que se presenta  la educación cívica en los manuales de francés, estas son muy variadas:

Temas recurrentes y su corolario:

La presentación del mundo, en estos manuales, refleja una interpretación maniquea: no existe ningún punto intermedio. Uno es bueno y por lo tanto, sólo puede ser feliz, o no es bueno y entonces va cayendo en el vicio, se vuelve alcohólico y hasta puede que asesino. Los autores dan algunas normas de comportamiento cívico a lo largo de sus libros, pero insisten sobre todo en tres puntos fundamentales: el trabajo, la educación y el patriotismo, claves de los valores cívicos, imponiéndose una serie de reglas que los distintos autores consideran imprescindible para la vida en sociedad:

  1. Reglas de comportamiento cívico:
    1. Modestia. Perrier, en uno de sus manuales sin fecha, al terminar la lectura de un poema,  propone una pregunta sobre el texto: ¿qué conclusiones sacáis de esta historia? Él mismo da la respuesta: "la conclusion à tirer de cette histoire est que personne ne peut se vanter de tout connaître, de tout savoir. Nous devons donc rester toujours modestes".
    2. Respeto hacia los superiores. Se debe respeto y obediencia a los superiores en edad, por su experiencia, su mérito o el puesto que ocupan. Esta obediencia podría parecer coactiva, en realidad es fuente de felicidad ya que depender de quien se quiere tan sólo puede traer felicidad, dice Massé. Uno de los representantes de estos "superiores" es el profesor delante del cual el alumno se queda de pie y con la cabeza descubierta para contestar a sus preguntas. Su buena educación le vale la estima y el cariño de todos, tal como se dice en un manual de Josefina Ribelles, de 1935.
    3. Compañerismo. El joven no solo debe tratar con respeto y amor a sus padres y a sus maestros, sino que también debe mostrar afecto y compañerismo hacia sus condiscípulos, comenta Mirmán Contastín en su manual de 1940.
  2. El trabajo:
    1. El trabajo (en todos sus aspectos y en particular la labor de la tierra) es constantemente glorificado y opuesto a la pereza o molicie que es censurada.
    2. El trabajo es ineludible, "es un deber, una necesidad y una ley que recibimos del Señor", se afirma en un manual de Bruño, en el que se deja ver el influjo religioso que imprime en la editorial en que se publica. Y se añade en el mismo manual: "Si (alguien) ne veut pas travailler, il ne doit pas manger non plus". El trabajo es lo que da su dignidad al hombre, lo eleva por encima de los animales y es un requisito previo para su felicidad. Las Escrituras justifican el trabajo: Dios, al expulsar a Adán y Eva del paraíso los condenó a una vida de trabajo, pero esta misma condena es la que hará su felicidad ya que sólo se puede ser feliz si se trabaja: "le travail ramène l'espoir du bonheur". El trabajo que ofrece más recompensas es, sin lugar a dudas, el trabajo agrícola. Se presenta una visión idílica del campo: abundancia, prosperidad y felicidad serán los resultados palpables de la labor cumplida. Monreal Pagola (1941) insiste sobre la importancia del papel del agricultor que contribuye a la riqueza, el bienestar y la fortuna de la nación: "C'est lui qui procure à ses frères le pain de chaque jour". En contacto permanente con la naturaleza, su vida es más sana, más digna que la de los habitantes de la ciudad que están más expuestos a las perversiones de las urbes. La inactividad es considerada como el peor de los defectos porque arrastra consigo toda una retahíla de vicios que provocan desgracia y decadencia física y moral. La gente que no quiere trabajar vive de expedientes, tiene una conducta censurable, mendiga por pereza y representa un peligro para la sociedad. Además de ser un remedio infalible contra el aburrimiento, el trabajo es un deber de cada uno de los miembros de la sociedad ya que el no trabajar perjudica no sólo a uno mismo sino a toda la sociedad. ¿Quién podría vivir sin trabajar?, se pregunta Perrier. ¿Qué sería de la sociedad si nadie participara en la labor universal? Nadie puede quedar inactivo, el que huya del esfuerzo común daña y arruina a la comunidad entera. Todos los autores repiten una y otra vez que el trabajo significa opulencia, felicidad y provecho para toda la sociedad.
    3. ¿Cómo puede el estudiante -que no tiene edad para trabajar- poner en práctica los consejos que se le dan? Por supuesto que tiene su propio campo de acción: los estudios, esenciales para todo ciudadano. Ser vago, estar distraído en clase es una falta grave ya que la ignorancia es fuente de todas las desgracias de los pueblos. La educación es la que inculca los conceptos de justicia y la sabiduría. La escuela juega un papel primordial en la educación del joven, "c'est l'asile de l'étude et de la vertu, c'est le refuge contre l'oisiveté et les vices qu'elle engendre [...] L'école, ce n'est pas encore l'atelier des travailleurs, mais elle en est le vestibule", dice Massé. La enseñanza es el deber de un pueblo, de un Estado. Las escuelas son necesarias porque el mayor bien después de la virtud es la riqueza intelectual. Un pueblo, al igual que una familia, tiene hijos, por lo tanto tiene las mismas obligaciones. Entre sus obligaciones está la de dar maestros a la juventud, "c'est pourquoi depuis le commencement du vingtième siècle principalement, l'enseignement est l'objet de tous les soins des autorités religieuses et civiles qui ont la charge de l'éducation", afirma Perrier. Los estudios bien concebidos llevan al aprendizaje de la virtud, calidad suprema. Es la educación la que lo que cada uno es: la escuela representa, pues, la redención. Mirmán Contastín (1948) incita al estudiante a reflexionar sobre la utilidad del estudio: "Est-il utile de savoir lire et écrire? Pour l'éducation morale de l'individu? Pour son bonheur et celui de la société? Para este autor, inmerso en la educación propia de la posguerra española y con un sesgo ideológico claramente identificable (cf. Bruña Cuevas, 1991 y 2001), el alumno aplicado representa la esperanza de la patria. A la pregunta "les enfants sont-ils utiles à leur patrie?" él mismo contesta en un manual de 1940: "Ils sont utiles à leur patrie s'ils sont studieux en classe". Esta pregunta viene seguida de otra parecida que insiste reiteradamente sobre el concepto de utilidad: "¿Serás fiel en cumplir tus deberes de buen ciudadano? Yo seré fiel en cumplirlos para ser útil a mi patria". En todos sus manuales, Mirmán Contastín reafirma las mismas ideas: "¿Pueden también los niños servir a su patria? Sí, lo pueden y lo deben, trabajando en clase para instruirse. Con la instrucción, serán el día de mañana hombres de provecho". Según Mirmán, los hombres sabios son los que pueden servir mejor a su patria. Los maestros son indispensables para la formación de la  juventud en la que tiene la patria fundadas  todas sus esperanzas. Una gran ayuda en la educación es el libro, ¡pero no cualquier libro!. "Los libros inmorales deben ser quemados", exclama Bosque y Aniento, en 1882. Mirmán opina lo mismo: un libro es el mejor de los amigos, discreto y complaciente, no se cansa de instruirnos e interesarnos útilmente. Pero, de la misma manera que hay amigos buenos y amigos peligrosos, hay libros desaconsejables. Para este la relación entre estudio y trabajo es obvia: "l'étude fait acquérir l'amour du travail, elle en adoucit les peines. Elle sert à arrêter et fixer la légèreté d'esprit", afirma en su manual de  1941. Rellena los momentos ociosos del día, permite juzgar de manera pertinente las obras que se editan, tomar parte en las charlas de los sabios, hace la conversación más amena y útil. Por último, los libros contestan todas las preguntas, refieren hechos históricos, enseñan a conocer la naturaleza, nos preparan a vivir y a morir.
  3. La patria:
    1. El tema de la patria ya había sido desarrollado en algunos manuales del siglo XIX. La guerra de la Independencia y el recuerdo de la gesta napoleónica [véase /Guerra de la Independencia y Napoléon/] habían dejado rastros  en los manuales de francés, no tanto en el mismo momento de la invasión de las tropas francesas -momento en que los autores evitaban hablar de los hechos -, sino más bien en el transcurso del siglo. En las antologías de entonces encontramos no pocos textos de autores franceses que hacen referencia a los sentimientos patrióticos. En algunos manuales de la época aparece la famosa lectura  sacada del Discours sur la Bénédiction des Drapeaux de Marc-Antoine de Noé, que debió gozar de no poco predicamento en las primeras décadas del siglo XIX: "Tout homme, en naissant, contracte l'obligation d'aimer sa patrie et, en se nourrissant dans son sein, il ratifie l'engagement de vivre et de mourir pour elle". Para ilustrar el amor que cada ciudadano debe a su patria, los autores de manuales presentan personajes históricos que responden a tendencias o afinidades de la época. Es el caso, por ejemplo, de Fernando el Católico que "habría sabido mantener la paz en su país, guerreando únicamente en tierras enemigas", según Mirmán Contastín (1941). Se ensalzan los actos de patriotismo como el de un prior de un convento que recibe a todo el estado mayor francés durante la ocupación napoleónica y cena con ellos, acompañado de dos monjes. Pero ha envenenado el vino, con lo cual todos mueren, incluidos los propios frailes, según cuenta también Mirmán. A imitación de lecturas de escritores franceses, como "La patrie" de E. Souvestre [véase /Arturo Selfa y Mas/], el autor del manual elabora un ejercicio de traducción inversa: "Abandonarla o combatir contra ella es un crimen horrible. El amor de la patria consiste en una adhesión completa y sin límites al suelo sagrado en que viven aquellos que nos son queridos". El patriotismo ha inspirado a muchos héroes que han ofrendado su vida por la patria. Los corazones de la juventud deben emocionarse y estremecerse, se dice, a la simple vista de la bandera, símbolo de la patria. La bandera encarna las instituciones, leyes y costumbres de la patria, es la que guía a la muchedumbre. Si se desfila con ella, hay que ordenar "debout, citoyens, voilà la patrie qui passe", se dice en un manual de  Massé publicado hacia 1910. Monreal Pagola (1941) adopta  un texto francés para definir la noción de patria: « La patrie, c'est-à-dire tout un peuple faisant retentir d'un pas libre le sol libre d'un grand pays". Al final del siglo XIX, Miracle Carbonell evoca con nostalgia un tiempo pasado en el que no se conocían las palabras progreso, proletariado, socialismo etc. Entonces, dice, la política se llamaba patriotismo, es decir la defensa de los intereses comunes, la grandeza y la gloria de la patria común: "Nos ancêtres n'avaient pas deux drapeaux : Ils en avaient un, et la devise qu'il portait était celle-ci : Qui touche l'un, touche l'autre, ou celle-là: Un pour tous et tous pour un").
    2. En los manuales de principios del siglo XX abundan los cantos patrióticos y el tema recurrente de la utilidad a la patria, primer deber del ciudadano. Este tiene la obligación de defenderla hasta su última gota de sangre, se comenta en un manual editado por Bruño. Pero el punto culminante de la exaltación de la patria se sitúa en los primeros años de la dictadura franquista. El culto a la patria va unido a la glorificación de España y del régimen impuesto por la dictadura. En 1940, Mirmán Contastín celebra la belleza de sus paisajes ("un des plus beaux pays du monde"), la abundancia y calidad de sus productos ("les meilleurs vins du monde et tous les fruits que l'on peut imaginer") y la riqueza de su subsuelo. Como Mirmán, Monreal Pagola (1941), en la misma época, elogia esa España regada por ríos y riachuelos que fertilizan su suelo permitiéndole atender con liberalidad a las necesidades de todos sus habitantes abasteciéndolos de "mets savoureux et délicats, des fruits exquis et des vins renommés". Favorecida por su clima, su suelo fértil, sus metales casi inagotables, España es el país ideal para vivir. Monreal enaltece al régimen que permite disfrutar las maravillas de su patria: régimen nacional sindicalista a la cabeza del cual está el generalísimo Franco "qui, après une guerre civile de trois ans, a délivré notre patrie du bolchévisme russe qui prétendait la subjuguer. Enfants, avant de connaître et de visiter les pays étrangers, visitez et connaissez votre patrie où vous trouverez plus de merveilles qu'ailleurs". Y concluye Monreal así: "Tout homme doit aimer sa patrie comme il doit aimer sa mère". Es el mito de la Patria-madre a quien se debe uno entregar con un amor sin límites. 

Como puede verse, los conceptos de civismo unen estrechamente las nociones de trabajo, de educación y de patriotismo. Las circunstancias históricas explican la exaltación desmesurada del patriotismo y el adoctrinamiento político de los libros de Mirmán Contastín o de Monreal Pagola; esta tendencia se atenuará con el tiempo, porque se hará menos necesario demostrar de manera tan reiterada un patriotismo tan extremado. El manual de francés para españoles de finales del siglo XIX y de las primera mitad del siglo XX vehicula una ideología que no es más que el pensamiento moral, social y político de un momento dado, propiciado por circunstancias políticas e influencias socioculturales bien determinadas; no se contentará con enseñar un idioma extranjero, pretende formar a los jóvenes según los criterios del autor y de su tiempo.

Corpus de manuales citados:

Denise Fischer Hubert

Bibl. :